Del quince de marzo al 30 de abril están expuestas treinta obras mías, principalmente acuarelas, pero también hay algún dibujo y un collage. La temática principal es el paisaje, ya sea urbano, rural e incluso producto de la imaginación. Las acuarelas con las que más me identifico son aquellas que representan paisajes soñados de atardeceres con colores cálidos y suaves o bien pobladas arboledas de verdes intensos primaverales. Ultimamente he experimentado con la luz nocturna, mezclando los fríos blancos de los reflejos de luna con verdes oscuros, sepias y negros; el resultado es un paisaje fantasmagórico, que recuerda a las luces nocturnas de los cuadros del Greco.
Algunas de las marinas están teñidas de naranjas y de rosas, de cielos verdes y grises que se identifican más con las luces del litoral cantábrico que con los cegadores blancos y azules propios del mediterraneo; no en vano, pintamos lo que vemos y vivimos. Hay acuarelas de paisajes marinos industriales y de ellas estoy especialmente orgullosa ya que estos temas son propicios para poder abstraerse y pintar más libremente; los colores que predominan en estos cuadros son los azules casi negros, naranjas, ocres y blancos. En todos ellos se puede apreciar las tonalidades de óxido de acero y gris tan característicos de los viejos astilleros del País Vasco.
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